Un viaje a la tierra del fuego: parte dos.

William montañas

En la primera parte de esta aventura a la tierra del fuego, William Cortés nos contó parte de su viaje, ahora llega el Parque Nacional del Paine con sus montañas rocosas así como el gran Buenos Aires con su imponente cultura. Aquí continúa esta aventura Sin Itinerario.

 

Puerto Natales es una pequeña ciudad de unos 20 mil habitantes, silenciosa, diría bucólica y tranquila; por su cercanía al Parque Nacional Torres del Paine asumo que parte de su economía se fundamenta en el turismo porque tiene bastantes hoteles y hostales. Los precios de estos no son tan cómodos como uno espera, pero creo que abastecer las cosas en el fin del mundo tiene su costo. Muy temprano nos recogen en una buseta para un tour de todo el día a las Torres del Paine, que significa en lenguaje aborigen azul las Torres Azules, la guía dice que es la octava maravilla del mundo. Lo primero que uno cree es que están cerca pero no, el trayecto es como de 120 kilómetros hasta la entrada del parque que tiene un valor apreciable de 34 dólares por persona; la ruta en general es buena y solitaria, no hay nada en la vía en comparación con las rutas colombianas.

 

El parque cuenta con 227.000 hectáreas, las torres son una formación imponente de montañas rocosas de hace 60 millones de años que se pueden observar desde diferentes ángulos a través de miradores en un paseo de todo el día. Al final y antes de salir del parque se visita el lago Grey, el cual tiene un glaciar que, lamentablemente, se está derritiendo por el calentamiento global. Esta ha sido una gran experiencia.

 

Día de transición y mucho frío, la temperatura bajó a dos grados, afortunadamente habíamos comprado los tiquetes por bus de Puerto Natales a El Calafate (Chile a Argentina) porque los tiquetes son escasos, en el bus solo vamos extranjeros. Antes de llegar a la frontera, el lado chileno es muy organizado, 6 kilómetros después está la entrada a argentina, muy diferente de la chilena en cuanto a facilidades. Se llega a la terminal de El Calafate, luego de tres horas en las que no se ve un alma; la raíz de su nombre es una fruta tipo baya como el arándano. Nos espera un buen asado argentino con una botella de vino.

 

William atardecer

 

Ir de El Calafate a Buenos Aires toma 3 horas en avión o cuatro días en bus, son unos 3.000 kilómetros, estamos lejos de todo y de nada. El taxista que nos lleva al aeropuerto nos cuenta que vive hace 15 años en esta ciudad, que solo tiene unos 25.000 habitantes y el 80% de los viajeros son extranjeros, igual que en Leticia donde hay más extranjeros que colombianos.

La temperatura es de 4 grados aproximadamente, siendo final del verano, entonces pregunto cuál es la temperatura promedio en invierno, una helada respuesta de menos 17 grados llega a mis oídos y que aun así llegan turistas, hay gente para todo. El aeropuerto es realmente pequeño pero poco congestionado. Abordo y repaso las imágenes de estas tierras, mientras volamos pensando en Puerto Madero con un show de tango, ¿por qué no?

 

William fondo

 

Buenos Aires tiene mucha vida, mucho para ver y conocer, durante una visita relámpago hay que escoger lo más emblemático y obviamente lo más cercano e importante. Un paseo a pie por el centro de la ciudad nos lleva a la plaza de la República, el Obelisco, la calle peatonal La Florida, la Galería Pacífico famosa por sus murales pintados, la calle Corrientes, la catedral con pinta biblioteca o edificio gubernamental por su arquitectura y luego la casa rosada, sede del gobierno. Con esto “sentís” la ciudad, como dicen aquí. Otro sector importante es San Telmo con sus anticuarios y tiendas artesanales donde se encuentran artículos interesantes y diferentes para calmar el ojo y otros para llevar de recuerdo, aquí encontramos unos cedes de tango electrónico que no había escuchado nunca. Para la noche uno no puede evitar ir a un show de tango, con cena preferiblemente y aunque el costo es apreciable es algo espectacular, lo vives y lo sientes.

 

Ahora en el segundo día vamos al barrio la Boca, se puede ir en taxi o en bus, imposible no llegar si usas Transmilenio en Bogotá, al llegar tal vez visualmente no cumple expectativa que uno trae, es mi opinión; tiene su fama, su encanto y su historia pero el sitio es tradicional y de barriada hay que acomodarse a él para disfrutarlo, aquí se visita Caminito, se toma una cerveza argentina y se come algo mientras se disfruta de un show en algún sitio. Los fanáticos de fútbol disfrutarán sentirse en la famosa bombonera cuyo nombre fue puesto así porque se parece a una caja de bombones. Ahora en taxi para Recoleta y Palermo alcanzamos a visitar el cementerio y ver la tumba de Evita Perón para después emprender una larga caminata y disfrutar la zona. Siempre he pensado que las ciudades se conocen mejor a pie con morral, botella de agua y un par de bananos, obviamente ropa cómoda, al final del verano hay que venir preparados para cualquier torrencial aguacero.

 

William caverna

 

Falta llegar al atardecer a Puerto Madero en lo que eran unas antiguas bodegas del puerto sobre el río, ya es parte del pasado, al ser remodeladas ahora es un sitio turístico de restaurantes con el puente de la mujer y buenos andenes para un paseo a pie es hora de escoger la cena en uno de los restaurantes de carne argentina que hay en el lugar.

El tercer día pasa rápido, prácticamente es hora de partir, otro paseo por el centro para repasar algunos sitios adicionales y almorzar en el Cuartito, famoso por sus pizzas, a Argentina la inmigración trajo miles de italianos antes de 1914 y llegaron con sus costumbres culinarias entre ellas la pizza, no se puede abandonar Argentina sin probarlas, quien me recomendó el sitio acertó. Ahora para el aeropuerto, me repito continuamente que tengo que volver, falto mucho por conocer.

 

Gracias a Sin Itinerario y a Catalina por permitirme contar mi aventura, sin duda una de las mejores en mi tiempo como viajero.

 

Gracias por leerme.

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