Seamos sinceros, somos viajeros y nos gusta vivir experiencias que marquen nuestras vidas, sigue leyendo y descubre esta increíble historia que tengo por contarte viajando por el departamento de Santander – Colombia, soy Cata Villalba y este fue experiencia en la capital dulce de este departamento.
Luego de haber realizado mi primera conferencia en la Casa del Libro Total de San Gil quisimos emprender una nueva aventura hacia la provincia de Vélez. Atravesamos Socorro, Santa Ana, y otros pueblitos que en este punto se mezclan entre los departamentos de Boyacá y Santander. En el camino uno se encuentra el Parador del Café, siempre que paso por este lugar compro café, pero no cualquiera, es uno que viene en forma de cubos, instantáneo, de diferentes sabores naturales, 100% natural y además endulzado con panela de la región.
Para viajar de San Gil a Vélez debes tomar la ruta que lleva a Bogotá hasta el municipio de Barbosa (115 km, 2 horas) y luego de cruzar este municipio tomas un desvío a la derecha (17.5 km 30 min). Durante el trayecto puedes observar un paisaje que cada vez se vuelve más verde, lleno de trapiches. Afortunadamente tuve la oportunidad de ver como cargaban la caña en las mulas y varios campesinos con su típica pinta de campo guiando el camino hacia donde se procesa la caña de azúcar

Como queríamos visitar una fábrica de bocadillo, avisamos con anticipación a un de las fábricas más reconocida de la región “Fruti Fresca” para conocer cómo se crea el fabuloso bocadillo veleño. Por lo tanto, cuando arribamos a Vélez fuimos de inmediato a buscar las instalaciones de la fabrica ubicada en la Calle 9 No 6 -28 (+57 7 5644068), allí nos atendió muy amablemente la persona encargada de calidad, ese día no tenían producción y no pudimos ver el proceso en acción, pero si recorrimos las instalaciones y conocimos los procedimientos teóricamente de cómo se realizan los bocadillos.
Todo era super higiénico, la persona que nos guió durante el recorrido solicitó ponernos una malla para el pelo y los implementos de buenas prácticas de manufactura, esto nos brindó confianza y pudimos observar la limpieza de sus procesos. Tienen dos casas, en una montan y producen los moldes y en otra cortan y empacan el producto final, actualmente trabajan con dos materias primas claves guayaba y la leche.
Para la producción de este dulce existen dos tipos de guayaba roja y otra blanca, con una hacen la parte oscura del bocadillo y con la otra la parte más clara, que confundimos con arequipe, que siempre hemos querido saber de dónde se obtiene. La ventaja de la guayaba es que tiene una excelente consistencia, durabilidad, da mucho sabor y además su azúcar no es dañina para el organismo.
Aunque la provincia de Vélez es reconocida por la industria de la guayaba y los dulces a base de la misma, se puede observar alrededor de esa zona que son varios los pueblos que fabrican panela con una forma de producción alternativa y artesanal.
Por toda esta mezcla de colores, sabores, olores y experiencias hoy puedo decir que es el municipio más dulce que jamás había conocido sin duda, uno siempre cree que conoce los sitios porque con la investigación previa se siente confiado sobre las características de dicho lugar, pero el pueblito no es todo lo que se muestra, la realidad es que el crecimiento del pueblo se ha visto sectorizado lo que lo hace ver un poco desordenado.
Luego de conocer el proceso de producción de los bocadillos y los diferentes tipos de productos que se crean en esta fábrica tuvimos la oportunidad de conocer a Ximena Pérez, una niña que visitaba la persona que nos dio la guía por la fábrica y casualmente nos invitó a conocer sobre la danza típica de su región.
Resulta que normalmente escuchamos la palabra Guabina y pensamos en un baile típico colombiano, pero resulta que no. La Guabina no es un baile, lo que se baila se llama tradicionalmente Torbellino, y es la expresión tradicional de los campesinos. Existe un Festival muy reconocido llamado Festival de la guabina y el tiple, es uno de los eventos más representativos de la región a nivel nacional, que se realiza en Vélez coincidiendo con la fiesta nacional del 7 de agosto.

Por otro lado, se encuentran los trajes típicos para estas danzas. Son unos vestidos muy bordados a mano que tardan más de dos meses en realizarse, las personas que crean estas obras de arte utilizan diferentes tipos de bordados y cada traje cuenta una historia a través del color. Un traje tiene un precio que oscila entre 2 millón de pesos y 3 millones.
Descubrimos que en Vélez todos saben bailar torbellino, interpretar guabina, tocar el tiple, requinto o bandola; y la razón es porque estos elementos tradicionales conservan una fuerte conexión con sus habitantes, lo que genera en cada uno de ellos una identidad por su territorio muy arraigada. Descubrí nuevos instrumentos musicales hechos de forma muy artesanal con cueros, maderas y huesos de animales utilizados para interpretar la guabina santandereana la carraca, el capador, la esterilla y el chucho o alfandoque.

La plaza es bonita, justo a su lado queda la iglesia atravesada, le llaman así porque su puerta está ubicada en una forma paradójica para su arquitectura, pero también queda la gran tarima donde se presentan durante el festival los grupos competidores en las diferentes categorías, y existen una serie de monumentos a los instrumentos y campesinos alusivos a la guabina. De hecho, la arquitectura no está muy conservada lo que le roba la esencia de pueblo, sin embargo, no deja de ser una experiencia encantadora. Para terminar de conocer dimos un recorrido a todo el pueblo, lo que más me llamó la atención fue el cementerio porque esta restaurado y se ve muy organizado, además que conserva la simbología de estar en la montaña cerca al cielo, permitiendo una vista increíble.

Ximena nos permitió acompañarla a su práctica de danza en el colegio Isabel Valbuena, los cuales por estos días tienen un intensificado calendario de prácticas para estar preparados para varios festivales que se dan en el mes de julio y agosto en Vélez y sus alrededores. Pero lo que más nos sorprendió fue que realizaron una presentación en exclusiva para nosotros, sintiéndose orgullosos de entregar todo para representar a Santander en el próximo carnaval de Barranquillo interpretando Torbellino. Es un grupo de casi 50 niños y jóvenes entre los 10 a 18, que buscan como tener patrocinio para comprar vestuario y poderse desplazar a estos festivales. Vi grandes talentos y sobretodo un amor al arte de la danza increíble, espero poderlos ver en alguna de sus presentaciones oficiales en el futuro.

Para finalizar esta parte de la aventura, porque aquí apenas comienza, fuimos a almorzar el famoso piquete veleño plato tradicional que lleva gallina, carne de res y de cerdo, ají, maíz, yuca, huevo, papa, malanga, guatila, arracacha (ingredientes propios de la región) y se toma con guarapo o chicha (bebidas fermentadas en los hogares) en el restaurante La Casa de Guadua. Me pareció un lugar muy bonito por su sistema de construcción avanzada usando guadua, realmente todo es hecho en este material natural, tiene tres pisos abiertos y sin duda es una obra arquitectónica que vale la pena descubrir. La atención es excelente y pudimos compartir con su dueña un poco acerca de este sueño hecho realidad, tener en funcionamiento desde hace casi un año este lugar.

Nuestro reto no termina aquí porque ahora empezaremos un recorrido que nos llevara por Guavatá, Puente Nacional, Barbosa para terminar en Las Gachas cerca al Municipio de Guadalupe, sigue aprendiendo, sigue viajando pero sobre todo sigue viviendo tu vida al máximo. Nos leemos en la próxima viajeros.