Muy temprano iniciamos la aventura en Leticia, desayunamos en el hotel un desayuno internacional, acompañado de jugo de varias frutas exóticas de la región, son deliciosas. Estuvimos en el muelle del malecón a las 7:30 am, allí tomamos la lancha, es para aproximadamente 40 personas, tiene sillas cómodas y cada una tiene su chaleco. Ahora si empezó la aventura.
Salir del malecón y entrar en el río, que es muy grande, amplio, turbio, para mí fue una mezcla de sensaciones y miedos. Pero todo eso desapareció a medida que iban surgiendo la ribera del río con tanto verde, y una vida sin vías en donde el río lo es todo.
Luego de casi de dos horas de recorrido y más de 60 km y varias paradas en diferentes caseríos, llegamos a Puerto Nariño. Esta pequeña ciudad colombiana de más o menos 3.500 habitantes. Para darles una idea, Leticia se encuentra en el extremo de la colita del mapa y Puerto Nariño se encuentra casi en el extremo opuesto del territorio nacional limitado por el Amazonas.

Al llegar, José nuestro guía-amigo nos estaba esperando, nos acompañó y empezó una alegría interna que aún no ha desaparecido, cuando llegas a Puerto Nariño todo cambia, sólo existen andenes y caminos, aparece de nuevo un paisaje con relieve tipo montañoso.
Como todo no es color de rosa, tengo que confesarles que había llamado el día anterior al hostal Paraíso Ayahuasca para reservar una habitación, y no lo van a creer, me equivoqué de día y reservé para el día siguiente. Y como estos lugares, aunque son muy lindos y cómodos, no son tan grandes, no tenía disponibilidad, pero nuestro “ángel en la selva”, nombre que le otorgamos a José nos ayudó a encontrar en otro lugar.
Entonces llegamos a Maloka Napü (www.malocanapu.com), el lugar que por suerte era al frente de donde había realizado mal la reserva, fue económico 25 mil pesos por persona la noche. Puerto Nariño cuenta con diversos lugares para hospedarse y de diferentes características, pero los que conocimos, todos con buenas comodidades, aseo y respeto por el entorno. Es bueno aclarar que cerca al puerto lo que se encuentra es un pequeño caserío, las 3.500 personas están dispersas por todo el territorio. Este “barrio cercano al puerto” es donde se encuentran los hoteles. No son más de 15 manzanas.

No quisimos perder ni un minuto, descargamos las maletas y fuimos a caminar por el pueblo. Conocimos un sitio increíble e imperdible, Fundación Natutama (http://natutama.org/) la fundación pretende enseñar y conservar las tradiciones indígenas, así como establecer parámetros ambientales que permitan a los indígenas disfrutar sin dañar el ecosistema selvático. Está dividido en tres espacios, uno de los animales de la selva inundada y seca, una sala audivisiónal y una representación de la selva nocturna.
El recorrido empieza en la sala audiovisual con un video sobre los delfines, donde aprendí que existen dos tipos, unos rosados o bufeo y otro que es más pequeño y parecido al delfín de mar. El rosado es el más grande de agua dulce, se considera sagrado por las comunidades indígenas colombianas, porque creen que son seres divinos. Los otros son más pequeños y juguetones. Son grises y solo adoptan el color rosado en algunos pocos casos y únicamente en la parte inferior, además aprendí que siempre andan juntos. La fundación no abre los martes y está abierto de 9 a 5pm. (Costo de la donación $6.000 por persona, pero es clave para luego entender más la selva en las visitas).
Luego de esto fuimos a caminar todo el pueblo, recorrimos el malecón donde se concentran la mayoría de las actividades del pueblo, aunque se inunda en los meses de invierno. Vimos hacer fariña, almorzamos súper económico a 12 mil un plato de comida delicioso que incluía bagre.

Descansamos un poco despues del medio día, porque el calor era un poco fuerte, pero a las 2 paso José por nosotras y emprendimos en su lancha junto con dos alemanas que son profesoras en Tunja y una pareja colombo alemana, la aventura hacia vivir el atardecer más mágico que he presenciado en el Lago Tarapoto.
Todo fue mágico, primero nos introdujimos en una parte de la selva inundada, donde trepamos la parte árboles, que en la mitad de su tronco es la medida de las aguas en esta temporada, además la experiencia permitía sentir los ruidos de la selva muy cerca. Luego nos bajamos de la lancha caminamos en medio del pantano para conocer los arboles de la fertilidad y maravillarnos con su increíble tronco coco, pero gigante y su impresionante altura.

Luego en la mitad del lago del inmenso lago, José apago la lancha y nos dijo que podíamos nadar, fuimos las ultimas en hacerlo y debo aceptar que no me aleje mucho de la lancha por físico miedito a que algo me tocara, jajaja, fue divertido. Pero no pasó nada, vivimos una experiencia increíble, el agua del lago es muy oscura casi negra por el alto contenido vegetal en su fondo.
Finalmente, en la parte más profunda del lago encontramos una cantidad de garzas de y junto a ellas los defines estaban cazando peces. Estuvimos casi una hora escuchándolos, esperando que no se alejaran, contemplando la migración de los pájaros, vi una manada de guacamayos rojos en el cielo, micos en los árboles, una combinación entre naturaleza, atardecer perfecto y yo, como invitada de honor para verlo en primera fila.

Llegamos a Puerto Nariño justo a la hora de cierre de la navegación a las 6 pm y el pueblo tenía mucha actividad, el atardecer fue hermoso, comimos arepita con queso en el parque y nos conectamos a internet en la alcaldía que es el único medio de conexión de la zona.
