En días pasados viví una experiencia extrema y súper graciosa, una historia Sin Itinerario. Todo empezó con querer conocer la zona en las montañas llaneras donde se produce y cultiva café orgánico de muy buena calidad y se produce buena parte de la leche que se usa para fabricar el famoso queso 7 cueros, Cubarral; ubicado en el departamento del Meta, a 60 Km de Villavicencio, en tiempo de viaje son menos de dos horas. Viajamos el día de elecciones presidenciales y creo que su pasado estuvo marcado por la violencia e inseguridad pues ese día había un batallón gigante del ejército.
El clima es diferente al de Villavicencio y la concentración de nubes grises cargadas de agua hacia las montañas ese día, iniciaron lo que podría llamarse la crónica del riesgo anunciado. Nos aventuramos solos porque uno de mis compañeros de viaje había recorrido en bicicleta la ruta, cruzamos el casco urbano de Cubarral y luego tomamos la vía hacia el municipio del Dorado. A 5 Km, aproximadamente, nos desviamos por una carretera hacia las montañas, en el lugar hay una casa grande con publicidad de rafting, escalada y demás.
La carretera a partir de ahí es destapada y se hace necesario un carro 4×4. Todo marchaba de maravilla hasta que la carretera se convirtió en una avalancha de piedra, en ese momento tuvimos que detenernos y esperar porque un carro había sufrido averías y estaba regresando. Llegamos al caño que llega al río Ariari, es gigante, fuerte y rodeado de un panorama desolador; aun así y en un 4×4 nos aventuramos conmigo al volante, al principio no salió muy bien pues nos quedamos atrapados en la mitad del río, yo no soy una conductora de 4×4 así que cedí el timón y sin pensarlo dos veces me bajé por la ventana del carro para ir a buscar ayuda; ese será un momento para recordar por siempre, nadie me filmó o fotografió, pero cada vez que me acuerdo me río a carcajadas, soy de esos capitanes que abandonan de primero el barco.
Logramos cruzar y valió la pena, llegamos a la reserva natural La Esmeralda que está a unos 5 Km del cruce del caño. Encontramos una infraestructura en madera bonita, parecida a la de Parques Nacionales, con buenos baños, como eran elecciones presidenciales estaba cerrado, pero en un pequeño caserío nos entregaron los tiquetes, nos hicieron firmar un libro como minuta o lista del colegio y nos cobraron un ingreso de 6.500 COP. Desde ese punto hasta las cascadas hay 250 metros, hay que cruzar por varias zonas con presencia de piedra dentro del agua, el sitio está señalizado, con senderos armados con barandas y agua cristalina. Llegar a la cascada principal demora de 15 a 20 minutos con dificultad moderada, pero vale la pena; al final, una cascada fuerte en medio del verde con un pozo increíble, parecía que en ese caño de piedra y vegetación existiera un ventilador gigante escondido, pero no, era la fuerza del agua que al caer genera ese efecto.
Estuvimos una hora en el pozo y cuando empezamos a regresar empezó a llover fuerte, corrimos porque nos habían dicho que si llovía no podríamos pasar el caño. Hacía rato no sentía la deliciosa experiencia de ser mojada por la lluvia, era una sensación entre impotencia y aventura; nos montamos al carro de una, todos mojados y efectivamente cuando llegamos el nivel del agua estaba más alto. En este punto la adrenalina está a tope pues el carro en su interior estaba tan mojado como por fuera, nosotros estábamos empapados y un poco asustados pero felices por lograr cruzar y vivir la experiencia en el lugar. Finalmente retomamos la carretera hacia Cubarral, recorrimos el pueblo, tomamos café en el parque en un lugar perteneciente a una asociación; ellos poseen máquina Italia y todas las de la ley, como decimos en Colombia. Compré algunas bolsas de café y también queso 7 cueros (no podría irme sin él), pues como siempre como les he dicho, apoyo y compro productos locales.
Como dato interesante, el municipio recibió el nombre Cubarral debido a la abundancia de la palma de Cubarro presente en la zona.
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